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12. Ignición

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"Sopla un gran viento y repentinamente el estandarte se alza." Shiki Masaoka.  
Tal vez deberías leer las entradas 6 y 10 antes.

Ha cambiado todo tanto desde que no estás en mi vida. Tanto.

A veces me imagino cómo sería tomar contigo un café. Poder explicarte qué ha sido de mi vida: las cosas que he hecho y todas las que me quedan hacer; todas estas ideas caóticas que llevo en mi cabeza, todos esos planes que carecen de orden y que todos buscan llevarme, si no al mismo lugar, si a un punto similar y cercano.
Me encantaría que me cogieses de la mano y pudieses darme ánimos. Oírte decir: "Todo irá bien. No pierda las fuerzas."

Citar todo lo que dejo atrás: todos los fracasos, los tropiezos, los golpes; las veces que me he estampado sin verlo venir, o incluso previniéndolo. Asimilar todo aprendizaje y compartirlos contigo.
Siempre decíamos que tras tropezar con una piedra sólo nos queda ponernos en pie. ¿Te acuerdas? Sacudirse las rodillas, parchear el tejano y alzar la barbilla.

Te echo tanto en falta...

Si estuvieses aquí te confesaría que me enamoré, que creí haber conocido 'a ese alguien' con quien compartirlo todo. Camino y cama, futuro y sueños, penas y alegrías, hambre y sed.
Lo sé, lo sé. Siempre dije que cuando crees conocer a ese alguien y lo pierdes, siempre aparece otra persona y ésta te rompe los esquemas otra vez, arrasando cual huracán, re-formulando las ecuaciones de tu universo. Pero creí que sería él y que no habría tormenta, ni tornado y su posterior calma. Me equivoqué.
Caí en el mar y tú sabes que yo no sé nadar. Fuiste la única que no se sorprendió:

- No, si yo... yo no sé nadar.
- Ya sabía yo que tenías pinta de montaña. - me dijiste. - Esas venas parecen las carreteras de un mapa.

Quizás si estuvieses aquí haríamos este camino juntas. Eso sería jodidamente perfecto, ¿no crees?
Subir a ese avión contigo: que te toque ventana y a mi pasillo. Darnos fuerte la mano y que me ayudes a cerrar los ojos al despegar cuando se me haga ese nudo en el estómago y me entren ganas de llorar. O mirarnos a los ojos y sonreír, ahogando ambas las lágrimas. O llorar ambas. Pero juntas. Todo juntas.


A veces me enrabieto por no tenerte cerca. Te echo de menos: hoy más que nunca.

V, ¿sabes qué? Me voy bien lejos. Muy lejos. No me esperes despierta.

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